Contágiese… ¡del entusiasmo!

cd504f17_a

El entusiasmo en la vida del cristiano trae importantes beneficios. No solo a nivel personal, sino a nivel de relaciones. Otros desearán lo que usted tiene…

 

Suponga que debe enfrentar dificultades y problemas extraordinariamente duros. ¿Se espera que practique el entusiasmo? Si es así ¿cómo puede hacer? Bien, justamente en este tipo de situaciones es cuando el entusiasmo tiene éxito, realmente se pone en acción y produce grandes resultados. Porque el entusiasmo aumenta su poder bajo la presión de las dificultades, de todo tipo de dificultades.

El verdadero secreto para tratar las dificultades, es acondicionar apropiadamente la mente. Cualquier persona puede hacer que su mente logre lo que desea si la condiciona con los pensamientos de fe, coraje, entusiasmo y gozo. No minimizo la dureza, la crueldad y lo extremadamente difíciles de las experiencias que tienen las personas. Pero si mientras depende de Dios realmente intenta edificar un espíritu dinámico y de victoria debajo de sus problemas, conseguirá un nuevo poder sobre ellos. Permítame contarle de una persona cuya vida demostró esta verdad.

Una mujer, brillante, sufrió un ataque repentino. Solo pudo reponer cerca del cuarenta por ciento de la movilidad de sus miembros. Entró en una profunda depresión. Pero finalmente regresó a su trabajo como directora de una escuela. Durante su enfermedad me pidió: «Déme unas pocas palabras para repetir, y que me ayuden a mantener el coraje». Le dije sobre el Dr. Paul DuBois, el psicoterapeuta vienés que enseñaba la terapia de las palabras. El mismo acostumbraba repetir la palabra indomable. También le conté sobre un famoso doctor que usaba la palabra aceptación. Le dije que la palabra que me gusta es imperturbable y que me la repito con frecuencia. Luego me escribió: «Tengo una palabra que es mejor que cualquiera de esas. Es vigorosa«. Dijo: «Repito: vigorosa, vigorosa. Nada puede derrotarme».

Pero las más grandiosas palabras para poner en su mente son las de Las Escrituras tales como: «¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo?», «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece», «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?», «En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó».

La próxima vez que enfrente una dificultad, abra el Gran Libro, elija palabras como estas y memorícelas hasta que se posesionen de su mente. Su mente le devolverá exactamente lo que usted le ingrese. Si durante mucho tiempo pone derrota en su mente, le devolverá derrota. Si durante un largo período ingresó palabras de fe, su mente le devolverá fe.

Un amigo estaba en el hospital. Hace algunos años le habían amputado una pierna y hace poco, la segunda. Este hombre me dijo que tenía un pie fantasma. Aunque su pie no estaba, aún podía sentir que quería mover los talones. Esto podría haber producido una reacción nerviosa y tensa, pero este hombre estaba tan feliz, tan entusiasta, que nada lo derrotó. Era la vida del hospital.

Le dije:

– Aquí todos dicen que eres la persona más feliz del hospital. ¿No estás fingiendo, verdad?

– No. Soy muy feliz.

– Déjame saber tu secreto –le dije.

– ¿Alcanzas a ver ese pequeño libro que está sobre la mesa?

Era La Biblia. Dijo:

– Allí consigo mi medicina. Cuando me siento un poco deprimido, simplemente leo el Libro y después de leer algunas de estas grandiosas palabras estoy feliz nuevamente.

Un borracho entró en el hospital buscando a un amigo y se tambaleaba en la guardia con un ramo de flores mientras decía:

– No puedo encontrar a mi amigo pero si encuentro a un hombre feliz en este hospital, le daré mis flores.

Las enfermeras estaban ansiosas por sacarse a este visitante de encima, pero le tenían temor. Le permitieron andar por todas las salas, mirando. Observó pacientes, escudriñó a cada uno y dijo:

– Jamás vi un grupo de personas más tristes.

Entonces llegó a donde estaba el hombre sin las dos piernas, y acercando la cara lo observó durante un rato. Entonces su cerebro pareció ponerse sobrio y dijo:

Entusiasmo, la fuerza que hace la diferencia– Estoy seguro de que usted tiene algo, amigo. Tiene lo que yo busco. Es usted un hombre feliz y voy a darle mis flores.

Es así, usted tiene lo que otros andan buscando… ¡compártalo!

Tomado del libro: Entusiasmo, la fuerza que hace la diferencia de Editorial Peniel

 

Norman Vincent Peale

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

Scroll al inicio