![image002[1]](data:image/svg+xml;base64,PHN2ZyB4bWxucz0iaHR0cDovL3d3dy53My5vcmcvMjAwMC9zdmciIHdpZHRoPSIyMjYiIGhlaWdodD0iMzAwIiB2aWV3Qm94PSIwIDAgMjI2IDMwMCI+PHJlY3Qgd2lkdGg9IjEwMCUiIGhlaWdodD0iMTAwJSIgZmlsbD0iI2NmZDRkYiIvPjwvc3ZnPg==)
Al finalizar un "retiro de pastores" y líderes en un país
latinoamericano, un predicador se acercó a mí en tono
urgente, más bien de desesperación:
--Mire Palau—me dijo--, no es que yo haya fracasado
en el terreno moral ni en mi pastorado. Sin embargo,
docenas de veces me he sentido al borde de un precipicio
espiritual. ¿Sabe por qué? Pues porque tengo "tentaciones"
(tanto de orden personal como ministerial) que a menudo
me resultan insoportables.
--Hermano Palau—continuó diciendo este pastor--, usted
acaba de hablar sobre el secreto de una vida de victoria,
y pareciera que usted en realidad lo ha descubierto. Le
ruego que me diga con franqueza a qué se deben mis
debilidades y cómo puedo encontrar gozo, satisfacción y
victoria en todos los aspectos de mi vida.
Este es sólo un ejemplo de las muchas cartas que nos
llegan y de las tantas conversaciones y consultas que recibimos
sobre esta cuestión. No creo que exista cristiano
alguno que no desee vivir maduramente en Jesucristo.
Durante nuestros años de ministerio hemos hablado y
aconsejado a millares de personas de ambos sexos, de
toda nacionalidad, posición social, profesión y de todas
las edades. Por eso nos pareció apropiado escribir estas
páginas, donde haré mención de las tres etapas normales
que experimenta todo cristiano en su crecimiento y maduración
en amistad con Dios.
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buen libro