Mientras más levantamos la vista y revisamos el
estado actual de las cosas en «el mundo», «la familia», «la
política», «la salud» y «la iglesia», más podemos darnos cuenta
de la increíble necesidad de la «Palabra de Dios» como
un «faro» que proporcione luz, guía y refugio transformador
para la vida de cada uno de los habitantes de
este mundo caído.